Los calamares fritos son uno de los platos que más me gustan y paradójicamente no los tomo con mucha frecuencia, y la mayor parte de las veces los hago en casa. Poco a poco los restaurantes o los bares en los que los calamares fritos eran el plato estrella han ido bajando la calidad. No sé la razón, puede ser porque el precio del calamar fresco se ha disparado, porque con el pretexto del anisakis se han pasado al producto congelado, pero lo cierto es que no son lo que eran.
Qué curiosos son los recuerdos, creo los dulcificamos, los hacemos más ricos, más amables; les añadimos emociones, sensaciones y los alejamos de la pura realidad. El recuerdo de aquel bocadillo de calamares del ambigú del instituto o de la facultad, que no eran precisamente el Ambigú del Palace, lo he recordado en ocasiones como el manjar más apetecible.
A los calamares frescos, de potera les pasa como al pulpo, en su punto de máxima frescura son bastante duros, necesitan unas horas de frio para romper las fibras y que queden blanditos, pero sin pasarse. Desconfiemos de unos calamares muy tiernos que al morderlos se deshagan en la boca, y resulten pastosos.
La receta es bien simple:
Calamares
Harina
Pan rallado
Sal
Y aceite para freír
Si queremos darles un toque de ajo, untar la fuente donde los vamos a hacer con un diente de ajo.
Limpiamos los calamares, separando la cabeza y las aletas, quitando todas las telillas adheridas al interior de la bolsa (lo mejor es darles la vuelta), Lavar los calamares, y cortarlos en anillas.
Si son muy grandes cortar la parte más ancha de la bolsa en tiras.
Reservo las patas y aletas para hacer otro plato, esta vez va a ser un arroz negro.
En un plato mezclamos el pan rallado con la harina y la sal.
Ponemos una sartén amplia al fuego con bastante aceite.
Con un papel de cocina o con un paño secamos los calamares y los rebozamos en la mezcla de harina y pan rallado. Sacudimos el exceso. Lo ideal es hacerlo en una criba de frituras. Los freímos en tandas.
Los echamos en el aceite bien caliente hasta que estén doraditos. Si es necesario les damos la vuelta. Sacamos sobre papel de cocina.
Normalmente vemos que en los bares los fríen en freidora, y no habría nada que objetar si estuviese el aceite y la freidora en condiciones, cosa que no es siempre así. Cuando frio calamares o croquetas siempre echo de menos la freidora, pero desde hace tiempo no sucumbo a la tentación.
Han pasado por mi cocina un montón de freidoras y al cabo de poco tiempo me he deshecho de ellas con el firme propósito de “nunca más”.
Un acompañamiento perfecto es una ensalada de lechuga.
Espero que os guste