Fuimos encadenando celebración tras celebración, empezando por la despedida de Chema y Rosa hasta la cena de despedida de cumple. Y como es habitual en este país toda celebración que se precie pasa por la comida, la bebida, y el baile (estilo libre).
Y para llevar a lo más alto del tipismo la despedida de solteros, a la comida se sumó una capea. El novio, compañero de trabajo de mi hija, organizó una capea sin saber que iba a convertirse en su despedida de soltero. Con la complicidad de Rosa, la novia, María se ocupó de la preparación: galletas de novio- novia para los invitados, coches de novios para Lucía, trufas… y para los invitados del novio camisetas con diseño ad oc. (Chema, mi cazador favorito, es quien me abastece de caza), la leyenda era fácil “ Cazador Cazado”.
Y un parquímetro para esconder su regalo.
Aquí tengo que dedicar unas líneas al babeo de madre. Me encantó ver el cariño y el cuidado de todos los compañeros a mi hija.
Es un grupo mayoritariamente de hombres, Librada y María son las únicas mujeres. Aunque a algunos en privado ya les había agradecido el mimo con que tratan a María, fue una ocasión perfecta para hacerlo a todos personalmente.En las fotos falta Jose que llegó un poco más tarde.
Ricky y yo fuimos desde Madrid con el avituallamiento dulce, el vestuario y atrezzo para la ocasión.
Y como no, seguí paso a paso la lección magistral de Juan preparando los gazpachos manchegos, que estaban deliciosos, y que repetiré en casa con su receta.
Un resumen en imágenes de los gazpachos.
Los ingredientes y dos buenas "candelas".
Fue un día estupendo, lo disfrutamos muchísimo, tanto, que acabamos haciendo planes para repetirlo, y como no había voluntarios para despedidas, el pretexto, mi próximo cumpleaños.
Un resumen gráfico:
Es evidente que lo pasamos muy bien, ¿no?