Hay cosas que no se pueden dejar pasar. Si una amiga te dice que está triste, aunque no esté en tus manos devolverle la alegría, lo menos que merece es un recuerdo, un pensamiento, un ratito para dedicárselo… algo hay que hacer. Y aunque Ángeles no es muy golosa, ni le gusta el chocolate, sé que tiene debilidad por os pasteis de nata (pasteles de Belém).
Ángeles, guapa, va por ti.
Estos pasteles de nata, son uno de los postres más famosos de Portugal. De origen conventual, como tantas otras delicias, se popularizaron a raíz de que una pastelería de Belém comenzara a fabricarlos tras el cierre de los Jerónimos. Los pasteis de Belém tuvieron un éxito espectacular, hasta el punto que casi se abandonó el nombre de pasteis de nata. Hoy, los pasteis de Belém son una marca registrada, que guarda celosamente la receta de sus pasteles.
La receta que pongo, es la más genuina que he probado, y seguramente más antigua que los pasteles de Belén. Es de una pastelería de Miranda do Douro.
Curiosamente los pasteles de nata no llevan nata, son como la quesada pasiega que no lleva queso… ¡Nada es lo que parece!
Las cantidades son para doce pasteles:
Ingredientes:
1 plancha de hojaldre (250g)
250g de azúcar
125 ml de agua
30g de harina
4 yemas
¼ l. de leche
Piel de limón
Un palo de canela.
Ponemos el agua y el azúcar en un cazo . se hierve 4 minutos y se retira del fuego.Reservamos.
Disolvemos la harina en un poco de leche.
Se pone el resto de la leche con la piel de limón y la canela a hervir. Cuando rompa a hervir...
... añadimos la mezcla de harina y leche y sin dejar de remover lo llevamos de nuevo al fuego hasta que comience a hervir.
Retiramos del fuego y añadimos en hilo el almíbar. Mezclamos muy bien, lo colamos y lo dejamos templar.
Mientras templa la crema preparamos los moldes revistiéndolos con el hojaldre. La forma en que los forran en Portugal me parece muy adecuada para este tipo de tartaletas: Podéis verlo AQUÍ :se hace un rulo con el hojaldre y se cortan trozos cilíndricos de unos 2.5 cm.
Se pone en el fondo del molde y se van aplanando hacia los lados, dejando una capa muy fina de masa. Los bordes se dejan un poco más gruesos para que al hornear se cierren hacia dentro y no se desborden.
Cuando la crema este tibia, batimos las yemas ligeramente y las colamos sobre la crema. Mezclamos muy bien. Llenamos con esta crema los moldes hasta los ¾, sin llegar a llenarlos.
Metemos al horno precalentado a 240º a media altura, 15-20 minutos, hasta que veamos los bordes dorados y la crema con una capa tostadita.
Sacamos y dejamos enfriar un momento hasta poder desmoldarlos.
Ángeles, esta bandejita es para ti, y también la flor de limón que tanto te gustó cuando la viste en otra entrada.
Espero que os guste.