En los últimos años se han puesto de moda los gastrobares. A medio camino entre bares y restaurantes. Bares en los que se come en la barra o restaurantes sin mesas, con una única mesa, la barra, que se comparte con los demás clientes. Es una idea atractiva pero que en muchos casos no llega a buen puerto.
Javier Bonet, ha encontrado esa chispa diferenciadora que ha llevado al éxito rotundo de la Sala de Despiece.
Ambientada como tal, con herramientas de carnicero, cuchillos, machetes, tijeras sobre las paredes de azulejos blancos, el techo forrado con cajas y una larga mesa de matadero que hace las veces de barra sobre la que cuelgan de ganchos las cestas con cubiertos y productos.
La cocina es minúscula comparada con la de cualquier casa particular, un fuego, una plancha y una freidora, que minimiza la impresión de que allí no se cocina.
No hay manteles ni vajilla, los platos se sirven sobre bandejas metálicas cubiertas con papel parafinado con el logo y símbolos del local. Hasta aquí la descripción.
La experiencia, ya os conté algo de una de las veces que fui. Es divertido, distinto y con un toque interactivo, donde siempre y por encima de todo se rinde culto al producto. Ya publiqué los Huevos Rossini. Es sorprendente que dentro de tanto minimalismo descubramos un mundo tan lleno de sabores auténticos. Un tomate es un tomate, pero en la Sala de Despiece un tomate es algo más, es El Tomate, o como venía en la primera carta, Solomillo de tomate. Esta va a ser la receta de hoy.
Cuando les comenté que iba a “replicar” algunas de sus recetas para el blog, me dieron su papel parafinado y sus bolsas con su logo, pero pensándolo mejor, he preferido usar mis platos, fundamentalmente por respeto, y para que se entienda que no es su receta, es mi interpretación. Gracias de todos modos por su amabilidad.
Ingredientes:
Tomates de navarra o tomates rosa
Aceites especiales (a nuestro gusto)
Escamas de sal (puse flor de sal, escamas de sal y trufa)
Albahaca.
Se pela el tomate con cuidado de no quitar mucha carne (hay un pelador especial con la cuchilla dentada), y se descorazona quitando la parte dura del centro alrededor del tallo.
Se pone en el plato (papel) y se pincha con el cuchillo o con un punzón por varios sitios para dejar agujeros por donde entre el aceite.
Se riega con hilos de aceite (yo puse aceite de trufa, y aceite de oliva virgen extra de la Sierra del Segura)
Se ponen unas escamas de sal y encima unas hojas de albahaca frita con un poco del aceite de freírlas.
Ya está listo para meter el cuchillo y tenedor.
Espero que os guste.