Parece obvio que a la hora de comer el sentido más activo es el gusto, pero antes de que los alimentos lleguen a la boca pasan otros “filtros” no menos importantes. Un buen aroma nos predispone para una buena comida y el aspecto del plato nos lo hace más apetecible. Y si hablamos de niños, una presentación como pastel o tarta les entusiasma.
El arroz blanco, la boloñesa, la salsa de tomate, el kétchup suelen gustar a la mayoría de los niños, y es un plato completo y equilibrado como plato único.
El arroz blanco aunque es algo muy simple admite variantes en su preparación. Hervirlo en agua y sal, escurrirlo y servirlo. A mí me gusta más hacerlo con unas cucharadas de aceite y unos ajos fritos, rehogar el arroz y cocerlo con dos mediadas y media de agua hasta que quede seco. Queda suelto y sabroso.
La boloñesa, la preparo más o menos especiada, dependiendo del gusto de los comensales.
Los pasos para prepararla es calentar en la sartén un poco de aceite. Poner la carne picada (sin sal, ni ajo) y a fuego alto y removiendo para sellar la carne y que quede suelta.
Sazonar con ajo, sal, sofrito, orégano o con una buena salsa de tomate casera. Para este plato es preferible que no quede muy caldosa.
Para montar el plato usamos un molde de corona. Lo rellenamos con el arroz presionando un poco para que no se desmorone al desmoldarlo. Ponemos el arroz en la fuente (si es grande para varias personas) o en el plato si es de tamaño individual.
Ponemos en el centro la boloñesa con un molde semiesférico.
Y acabamos con un gajo de huevo cocido y una hojita de albahaca.
¡Y visto para sentencia!
Espero que os guste la idea.