Crumble en sentido estricto significa desmoronado, deshecho, desmigado, en referencia a su aspecto de galletas rotas.
Es de origen inglés, y se dice que fue fruto del racionamiento de alimentos en tiempos de posguerra, tras la Segunda Guerra Mundial, aunque es un argumento bastante traído por los pelos porque la mantequilla, el azúcar y la harina no son precisamente productos asequibles en momentos de precariedad. Como se solía usar en pasteles y postres de frutas, la palabra crumble se generalizó para denominar a este tipo de tartas: Crumble de manzana, crumble de peras…
Pero en realidad se puede preparar el crumble tal cual para usarlo en muchos platos dulces.
Con frecuencia a los ingredientes básicos, mantequilla, azúcar y harina se añade algún fruto seco molido. En este caso he puesto almendra.
Es una receta T/T (tanto por tanto) en los ingredientes básicos.
Ingredientes:
250 g. de mantequilla fría
250 g. de azúcar
250 g. de harina
250 g de almendra molida
La mantequilla debe de estar muy fría. La cortamos en dados pequeños y los echamos en un bol. Añadimos el azúcar, la almendra y la harina.
Amasamos ligeramente con las yemas de los dedos deshaciendo los dados de mantequilla e integrando los ingredientes secos hasta obtener una masa uniforme pero desgranada.
No hay que insistir en el amasado.
Ponemos un papel de horno sobre la bandeja y con los dedos vamos desgranado la masa en trocitos pequeños. Se hornea en horno precalentado a 160º uno 20-25minutos, hasta que se vea la masa doradita (a mí me gusta poco hecha, pero se puede dejar unos minutos más si queremos más color).
Se deja enfriar en la bandeja. Y ya está listo para usarlo o para guardarlo para futuros usos. Se conserva en una lata hermética.
Algunos postres en los que puse el crumble
Espero que os sea útil.