Lo más sencillo no tiene por que estar reñido con lo más exquisito.
Estamos en plena temporada de la sardina, y aunque me encantan, muchas veces no las compro por el olor que deja en la casa. Hay recetas que son buenas en todos los sentidos, por lo ricas que quedan y porque no huele nada. Hacía mucho tiempo que no las preparaba asi, y justo hace unos días tenía unas sardinas fantasticas y me acordé de la receta.
Normalmente las preparo de entrante en filetes sobre vinagreta de tomate, pero como era para una cena, las confité enteras y las acompañé de patatas hervidas.
Ingredientes:
Sardinas de buen tamaño
2 dientes de ajo
Patatas
Sal
Aceite de oliva.
Se pelan las patatas y se cortan en rodajas gruesas. se ponen a cocer en agua y sal.Cuando rompan a hervir bajamos el fuego para que se hagan despacio y no se rompan.
Limpiamos y lavamos bien las sardinas quitandoles la cabeza, tripa y las escamas.Es importante que sean muy frescas y que tengan la piel entera. Las secamos ligeramente.
En una sartén honda ponemos aceite suficiente como para cubrir las sardinas,echamos los dientes de ajo y la ponemos al fuego hasta que esté templada ( si no tenemos termometro, nos guiamos por los dientes de ajo, no beben freir, ni tenemos que sertir ningún ruido. O acercando la palma de la mano abierta sobre la sartén, tenemos que notarlo apenas templado).
Ponemos las sardinas en la sartén y mantenemos el fuego al mínimo.
Si tenemos un termometro, lo sumergimos en el aceite y procuramos que se mantenga entre 65º-70º.
Si hacemos las sardinas enteras como en este caso , pasados 10 minutos les damos la vuelta y las dejamos otros 10-12 minutos ( depende del tamaño de las sardinas).
Sacamos las sardinas y les ponemos unas escamas de sal. Las acompañamos con patatas cocidas con una cucharadita del aceite de confitar las sardinas por encima.
Espero que os guste