Hay platos que para prepararlos hay que tener mucha fe en el resultado, porque el proceso no resulta muy agradable. Si tuviéramos que embutir chorizo, sin la certeza de lo buenísimo que es el resultado, o hacer unos callos, o limpiar unos riñones… pues este es el caso de la receta de hoy. A muchos les echará para atrás la idea de manejar la piel de pollo, pero os aseguro que merece la pena probarla.
Hace tiempo puse unas recetas de pollo cocinado sin piel, y decía que la piel no había que tirarla, que podíamos guardarla para usarla en otros platos. La textura crujiente que queda al freírla en aceite bien caliente es muy interesante y además pierde el exceso de grasa que tiene. Es ideal para aprovechar restos de carnes para que no queden resecas al recalentarlas.
En esta receta usé unos trozos de pollo con champiñones que había sobrado, pero podría hacerse con unas albóndigas, un trozo de asado, unas salchichas, incluso con la carne del cocido.
Ingredientes:
Piel de pollo
Restos de pollo en salsa
Champiñones
Sal ajo en polvo
Aceite para freír
Deshuesamos la carne y la desmenuzamos. Le ponemos parte de los champiñones y un poco de salsa.
Sazonamos con sal y ajo la piel de pollo. Extendemos los trozos de piel y ponemos una cucharada de relleno en cada uno. Cerramos haciendo paquetes y los sujetamos con palillos.
Se pueden freír en la freidora o en un recipiente profundo. Dejamos que el aceite esté bien caliente y freímos los paquetitos hasta que estén bien dorados y muy crujientes.
Los sacamos sobre papel de cocina y los pasamos al plato.
Acompañamos los crujientes con el resto de champiñones y unas patatas fritas.
Espero que os guste.