Ya casi se termina la costera del bonito y aún no me había estrenado esta temporada con ninguna receta.
Aunque he usado bonito fresco (un poco que me había quedado de otro plato) es perfectamente adaptable a bonito en conserva y vale también para otro tipo de pastas rellenas como la lasaña.
Los canelones hechos con láminas de pasta y envueltos, los tradicionales, son entretenidos de preparar, y muchas veces da un poco de pereza ponerse con ellos. Con los que uso normalmente, que ya vienen hechos y formados, solo es cuestión de cocer y rellenar, y están listos en un momento.
Ingredientes:
Pasta
Media rodaja de bonito.
2 cucharadas de sofrito.
2 cucharadas de bechamel.
Sal.
¼ litro de bechamel de cebolla.
Pan rallado para espolvorear.
Una nuez de mantequilla.
Ponemos agua y sal con un chorrito de aceite a hervir. Cuando esté hirviendo echamos la pasta y la cocemos el tiempo indicado en el envase.
Preparamos la bechamel: pochamos cebolla, añadimos la leche y cuando hierve, ponemos la maizena disuelta en el resto de leche.Salar.
En mi caso ya tenía el bonito hecho a la plancha, pero si no es para aprovechar un resto y el bonito está crudo lo cocemos con agua y sal unos minutos (dependerá del grosor), pero mejor que no se nos pase de cocido para que no reseque.
Desmenuzamos el bonito y le quitamos piel y espinas. Añadimos el sofrito (cebolla, ajo, pimiento rojo, pimiento verde, tomate) y la bechamel (cebolla pochada, leche, sal, y maizena). Mezclamos hasta tener un relleno uniforme.
Con una cuchara rellenamos los tubos de pasta y los vamos colocando en una fuente que pueda ir al horno.
Cubrimos los canelones con la bechamel de cebolla: (Se rehoga la cebolla bien picada y se pocha sin dejar dorar mucho.
Se pone un vaso de leche, reservando un poco para deshacer la maizena, y la sal. Cuando hierve se añade el resto de la leche con 25g de maizena, una cucharita colmada. Dejamos espesar)
Para que los canelones queden bien jugosos y no se resequen al gratinar, es importante que estén bien cubiertos con la bechamel.
Espolvoreamos con un poco de pan rallado y ponemos una lasquita fina de mantequilla encima.
Se mete al horno con el gratinador al máximo y se deja unos minutos, hasta que estén dorados.
Como siempre: ¡ojo al plato qué quema!
Ponemos el plato sobre otro frío y listo para llevar a la mesa.
Espero que os guste.