Dos entradas de hojaldre seguidas, y las dos dulces, igual resulta un poco empalagoso, pero tengo una excusa, ayer llegaba María y me gusta tener alguna sorpresa que le guste. Y si hay algo que le gusta es la nocilla, así que esta rosca era un acierto seguro.
No es muy original, porque igual que las trenzas, proliferaron en páginas y blogs de cocina como adaptación del Kringle Estonia, con chocolate, con canela, con frutos secos… pero original o no, a María le encantó.
Es sumamente fácil de hacer y en cuanto a ingredientes pocos, dos y nada raros, de los que seguro tenemos en casa:
1 plancha de hojaldre
200 g de nocilla
Huevo batido para pintar.
Se saca a temperatura ambiente la masa de hojaldre para que esté flexible. Se abre y se extiende sin retirar el papel del envoltorio.
Con la espátula extendemos una capa fina de nocilla que cubra el hojaldre, dejando un borde como de un cm sin nocilla para que pegue al enrollarlo.
Lo enrollamos formando un rulo en el sentido del lado más largo de la plancha. Humedecemos el borde para sellarlo.
Con un cuchillo de punta y bien afilado cortamos longitudinalmente el rulo, hasta sepáralo en dos tiras.
Una vez tenemos las dos tiras, las unimos por un extremo y las enrollamos. Juntamos los extremos para formar una rosca.
Pintamos con huevo batido las partes de hojaldre que quedan a la vista.
Horneamos en el horno precalentado a 180º con aire, unos 25 minutos. (Es un horno pequeño de sobremesa, seguramente en hornos estándar necesitaremos precalentar a 190º y tenerlo unos minutos más)
Sacamos y espolvoreamos con azúcar glas, aunque mi recomendación sería bañarlo con unas cucharadas de glasa muerta (azúcar glas y agua), pero a María no le hace mucha gracia.
Espero que os guste.