Hay montones de recetas de rosquillas fritas, especialmente, en libros y recetarios clásicos. Y es que antes la oferta de postres, incluida la fruta (solo la de temporada) era más limitada que ahora. De ahí que los postres caseros tales como bizcocho, natillas, flanes, galletas, rosquillas, arroz con leche, leche frita, frisuelos, torrijas… ocuparan los recetarios de nuestras madres y abuelas.
Algunos de estos postres tenían fechas señaladas como carnaval, cuaresma, navidad… pero lo normal era prepararlos para los domingos (y fiestas de guardar),porque el concepto “ finde” o fin de semana no tenía el carácter festivo que tiene ahora.
Las rosquillas que publico hoy también dormían en limbo virtual, me di cuenta cuando hace unos días Pili, una compañera del último curso de cocina, y con la que sigo manteniendo relación, me dijo que le apetecía hacer unas rosquillas. Cuando fui a buscarlas en el blog, mi receta había desaparecido. Y como más vale tarde que nunca, aquí la tienes Pili, va por ti.
Una formula general para las rosquillas es poner la relación adecuada de harina, huevo y líquidos. Luego las adaptamos a nuestro gusto.
Por kilo de harina, dos sobres de impulsor, tres huevos grandes, 10 cucharadas soperas de azúcar (250g.), 20 cucharadas de líquidos(300ml.) , de las cuales 6 o 7 deben ser grasas (aceite, mantequilla fundida, nata…), una pizca de sal.
Hice la cuarta parte de la receta y de sabor elegí la naranja.
250g. de harina.
Medio sobre de royal.
1 huevo pequeño.
2 cucharadas de zumo de naranja.
3 cucharadas de nata.
La ralladura de una naranja.
Sal.
Aceite para freír y para untar las manos.
Es la forma más sencilla de hacerlas porque el azúcar se disuelve fácilmente en los líquidos y no cuesta tanto amasarlas.
Podemos controlar la consistencia de la masa con más o menos harina, si no conocemos bien la relación de líquidos y la calidad de la harina.
En el paso a paso están hechas de otra forma.
Empezar a mezclar con una cuchara o con las varillas hasta integrar todo en una masa.
Terminamos amasando un poco con las manos.
Ponemos una sartén al fuego con abundante aceite, freímos una piel de limón para aromatizar y controlar la temperatura. El aceite debe estar caliente pero sin que llegue a humear.
Con las manos untadas en aceite vamos formando las rosquillas y las freímos por tandas, teniendo en cuenta que crecen bastante.
Cuando estén doradas las sacamos y dejamos que enfríen un poco para poder rebozarlas en azúcar, o azúcar con canela. Yo las rebocé en azúcar blanquilla.
Las vamos colocando en un plato o en una bandeja y en cuanto enfríen un poco más listas para tomar.
Para conservarlas lo mejor es meterlas en un recipiente hermético.
Asi se conservarán más suaves yesponjosas.
Espero que os guste.